La calidad en la Educación Social.
La
Educación Social, trabaja intrínsecamente en la sociedad para promocionar la
calidad de vida de las personas y mejorar el bienestar social de las mismas
utilizando una serie de herramientas que nos permiten solventar una serie de
problemas carenciales que nos encontramos en la población en general, pero
especialmente en aquellos colectivos marginales a los que debemos asegurar una
serie de derechos que optimizan la integración social trabajando
incondicionalmente por la persona.
Para
asegurar los resultados de nuestro trabajo, es necesario marcar una serie de
métricas que nos sirvan como indicadores para mejorar nuestros proyectos
educativos que nos impulsen un ciclo de mejora continua que nos permitan
alcanzar los mejores resultados no sólo en el ámbito de la gestión del proyecto
educativo, sino satisfaciendo las necesidades que nos plantea la sociedad
asegurando el bienestar de todos y todas y es ahí donde debemos orientar
nuestros esfuerzos para el aseguramiento de la calidad.
Para
asegurar la calidad en nuestro trabajo, debemos centrarnos primeramente en el
colectivo sobre el que estemos trabajando, siendo este el objetivo principal,
de manera que encontremos la máxima satisfacción en cada uno de los individuos
y después en el aseguramiento de los procedimientos y los procesos de
evaluación para conseguirlo. Esto exige
que no sea un proceso de calidad individual, sino una política de calidad que
afecte a toda la organización y que por lo tanto exige un compromiso total de
todos, especialmente desde la dirección de los centros, que deberá ofrecer un
apoyo sistemático en este aspecto, sobre todo incidiendo en formar y alentar al
equipo de trabajo. Sólo de esta manera y midiendo los resultados mediante
instrumentos objetivos de mejora de la calidad, podremos asegurar de manera
continua la calidad en la mejora del Bienestar Social del entorno en el que
trabajamos.
Para
lograr los niveles de calidad que deseamos, es necesario desarrollar y
documentar un Sistema de la Calidad
donde se establecerán los objetivos, líneas de actuación y los niveles
organizativos de nuestra organización, así como los procesos y recursos
necesarios para poder realizar la gestión de la calidad en función de los
parámetros que hayamos definido. Para poder elaborar dicho plan, podemos
basarnos en las normas UNE-EN-ISO 9000 que fijan modelos de implantación que
facilitan la adecuación a las necesidades internas de gestión de la
organización. Esta norma está especialmente extendida, ya que nos permite
adaptarnos a la Ley 39/2006, de 14 de
diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en
situación de dependencia (Ley de Dependencia) introduciendo una serie de
medidas dirigidas a garantizar la calidad en la prestación de los servicios,
entre las que se incluye el citado modelo de gestión de la calidad. Además de la normalización genérica para el
aseguramiento de la calidad, en los centros en los que habitualmente se
desenvuelve el educador social además es conveniente que estén regidos por la
norma UNE 158000 de mejora de la calidad de vida para personas que se
encuentren en cualquier situación de dependencia.
El
desarrollo de estas normas, está especializado en diferentes focos que van
desde los centros de acogida hasta la ayuda a domicilio, por lo que de manera
específica nuestro equipo de trabajo deberá de establecer las directrices que
mejor nos convengan para el mejor desarrollo de las políticas de calidad que
queramos establecer. Estas normativas nos ayudarán no sólo al cumplimiento de
la legislación vigente, sino que establecerá un marco común, sobre el cual
utilizaremos además el mismo lenguaje que las Administraciones Públicas, lo que
evidenciará un servicio de calidad común y estableciendo confianza en la
sociedad, provocando además una gestión más eficiente segura y profesional
gracias al apoyo de todas las partes implicadas, lo que mejorará el apoyo
psicosocial, familiar, la convivencia y las relaciones con el entorno, que son
los ejes principales para alcanzar la satisfacción de los usuarios.
De
una manera práctica, la dirección del proyecto, debe ser la encargada de crear
las directrices para el aseguramiento de la calidad, dotando además de la
estructura, de una serie de recursos (humanos o materiales) suficientes para
asegurar la comprensión y el desarrollo de todas aquellas personas que
intervienen en nuestro proyecto educativo, marcando las responsabilidades y
funciones de todos los implicados, estableciendo estos objetivos en toda la
organización como una filosofía de trabajo de manera que se mantenga y mejore
en el tiempo según las exigencias de la sociedad y evaluando los resultados que
aseguren la calidad de vida y el bienestar social de aquellos que presentan más
carencias.
Una
vez establecidas las directrices de nuestro proyecto educativo en cuanto al
aseguramiento de la calidad se refiere, estas condiciones de partida, deben
estar presentes desde un primer momento estudiando aquellas herramientas de
diagnóstico con las que trabajamos habitualmente de manera que vayamos
documentando nuestro plan de calidad a través de nuestro manual de la calidad,
de los procedimientos a seguir, de las instrucciones o documentaciones técnicas
de las que se vaya a disponer y aquellos registros a seguir.
Todo
esto hará que establezcamos una base de conocimiento, que mediante las mejoras
propuestas nos sirvan para reforzar con acciones preventivas todas aquellas
incidencias que encontramos frecuentemente evitando la aparición de problemas
de manera que repercuta directamente sobre la calidad del servicio que prestamos
como educadores respondiendo a aquellas expectativas que la sociedad tiene
puestas sobre nosotras.
La
gestión de la calidad, debe estar asegurada mediante métodos de evaluación ya
sean mediante auditorías o evaluaciones (internas o externas) de los resultados
del trabajo desarrollado, lo que nos proporcionará mediante el grado de
cumplimiento, un ciclo de mejora continua, aplicando las medidas correctoras
necesarias. Sobre este punto, tendremos que haber previsto las dificultades
metodológicas que tiene un educador social respecto a la ausencia de
instrumentos metodológicos y evitando en cualquier caso evaluar al educador
como sujeto, de manera que nuestras evaluaciones sobre las tareas
socioeducativas solamente serán válidas si el programa ha sido diseñado de
manera coherente desde la planificación del mismo. En estas evaluaciones se
debe tener en cuenta la viabilidad del proyecto valorando además todos aquellos
recursos de los que se dispone para garantizar su cumplimiento.
Una
vez definido el objeto de la evaluación en nuestro proyecto de educación
social, delimitaremos los fines teóricos y prácticos de la evaluación prevista
con respecto al proyecto y en relación al entorno social y político en el cual
está enmarcado (el qué, el para qué y el cómo) que establecerá el punto de
control para el ciclo de mejora y que nos servirá para la siguiente
planificación.
En
este sentido, a diferencia de cualquier otro aspecto en el que intervenga la
calidad (como podría ser un proceso industrializado), en la educación social se
debe medir al individuo dentro del conjunto en el que está inmerso o al
colectivo respecto al entorno social, ya que en la educación social, con
frecuencia no es posible medir un resultado final objetivo, sino los avances en
un tiempo determinado, si bien los resultados en la participación de un
programa no son los resultados definitivos ya que los cambios sociales se
evalúan en un tiempo indeterminado y es por ello que las evaluaciones deben ser
permanentes y longitudinales, ya que los proyectos formativos de conducta y
actitudes no siempre llevan una evolución lineal en un tiempo concreto.
No
obstante, debemos establecer métricas para los diferentes plazos establecidos,
que establezcan una metodología adecuada a raíz de un diagnóstico claro de la
competencia social que se pretende conseguir dentro de un plan estratégico de
futuro apostando por una planificación integral aplicable dentro del ámbito en
el que se quiera desarrollar y no estableciendo modelos genéricos de
evaluación, proponiendo una reflexión sobre los resultados en el que participen
los sectores afectados para evitar la burocratización de las herramientas y
apostando por la formación del propio educador, lo que servirá para obtener la
excelencia del educador social tanto a nivel profesional como personal, que
directamente se reflejará en una mayor eficacia de los recursos con los que se
trabaja.
Desde
la perspectiva del aseguramiento de la calidad de nuestros programas, es una
demanda que nos están realizando desde todos los agentes sociales que nosotros
debemos de desarrollar de manera específica en un programa individualizado y
responsable que esté claramente enfocado al desarrollo del programa que estemos
llevando a cabo y esto sólo lo conseguiremos si somos capaces de integrar la
calidad que se nos demanda con la calidad programada en nuestro proyecto
educativo en un marco de objetivos que podamos cumplir en su totalidad.